CURSO LA LLAVE MAESTRA DEL LIDERAZGO

CURSO LA LLAVE MAESTRA DEL LIDERAZGO
LIDERAZGO TRANSFORMADOR Y DE EXCELENCIA

martes, 11 de enero de 2011

LAS PREGUNTAS EN LA VIDA

Las Preguntas son más importantes en la vida.
Desde pequeños, las preguntas nos han acompañado e impulsado a descubrir la vida. ¿Quién no se ha preguntado, alguna vez, quién hizo este mundo y para qué, si existe el destino, si existe la eternidad, si realmente tenemos un alma inmortal o todo acaba con la muerte, cuáles son los límites del universo...Esa disposición de preguntarse, de desear encontrar respuestas es algo que acompaña al hombre desde que apareció en la faz de la Tierra: si investigamos en las más remotas culturas de Oriente y Occidente encontraremos estas mismas inquietudes.
Miles de años antes de Cristo, en la antigua India, las descubrimos en el magnífico poema del Bhagavad Gita que escenifica el diálogo del guerrero Arjuna y su Maestro Krishna sobre los motivos fundamentales de la existencia y la razón de ser de la propia vida, o en la Cultura Egipcia y su “Libro de los Muertos”, expresado en simbólicos pasajes en los que el alma del iniciado discurre a través de diferentes pruebas oteando la esencia del ser y el existir, y hasta en la misma civilización azteca por medio de la así llamada “Guerra Florida”, cuyo sentido no es otro que el despertar a la vida interior o espiritual.
En la antigua Mesopotamia, las encontramos en el mito de Gilgamesh, el héroe que ante la muerte de su mejor amigo, sufre terriblemente y se pregunta dónde está, si volverá o no.
El hombre siempre se interrogó
De no haber tenido esa predisposición desde la edad de las cavernas no se hubieran atrevido a salir de su oscuro refugio preguntándose qué hay más allá de los límites de lo que ve. Jamás se habrían arriesgado a investigar cuáles son los confines del mundo.
El cuestionarse sobre todo aquello que se vive y todo lo que ocurre es quizá una de las principales características de la condición humana. Los animales no se interrogan, viven simplemente siguiendo sus instintos. Tampoco las plantas se interrogan. El autocuestionamiento es un aspecto que distingue a los humanos. Decía el Profesor Jorge A. Livraga que sólo hay dos tipos de seres humanos que no tienen inquietudes: los sabios o los imbéciles. Los primeros porque ya se respondieron las preguntas esenciales y los segundos porque su estado de imbecilidad les niega la posibilidad de darse cuenta siquiera de que el misterio nos rodea por todas partes.
Todos nos hemos preguntado alguna vez: “¿quién soy?, ¿cuál es mi origen? ¿cuál es mi destino?” Todos somos, en mayor o menor medida, “filósofos”. Esta palabra, de origen griego, viene de “philo-sophia”: el amor a la sabiduría.
Sin embargo, cuántos de nosotros no habremos concluido de manera apresurada que tales preguntas carecen de respuesta y creyendo que son producto de la inmadurez, las hemos postergado y finalmente ignorado, por dedicarnos a “cosas realmente útiles”.
¿Acaso no es útil conocer qué es la felicidad, cuando todos nuestros actos buscan tal fin? ¿Será útil conocer qué sentido tiene mi vida o es mejor vivir a ciegas, sin saber ni de dónde vengo ni a dónde voy y finalmente cuando muera, no saber para qué existí?
Al hombre no le basta con lo que percibe de manera inmediata, quiere ir más allá y conocer qué hay detrás de todo lo que ve, toca o escucha. Tanto es así que los más grandes pensadores y maestros han tenido como ocupación principal la búsqueda de respuestas a tales cuestiones. Pues como dicen todos ellos: “una existencia sin una búsqueda, sin una pregunta, sin una duda, sin una intranquilidad, sin el deseo de saber cuál es el sentido y el trasfondo de la vida, sin claridad de miras ni coherencia, sin un destino es la peor de las desgracias.”
Quizá las respuestas no estén en el mundo concreto, físico, si no en el meta-físico: lo que está más allá de lo físicamente perceptible. Ingresar en lo Metafísico es conocer el lado profundo del ser de cada uno, es conocer la naturaleza de los sentimientos, de los pensamientos, del alma, es acercarse al misterio mismo de nuestra presencia en la faz de la Tierra, a la raíz de la vida.
La Metafísica y la Filosofía sirven para que descubrir tu realidad interior, tus potencialidades y sobre todo, para responderse a preguntas tan importantes como ¿cuál es el sentido de la vida?
PREGUNTAS Y RESPUESTAS. Cada vez que uno se pregunta ¿qué es la amistad, qué es el amor, que es lo esencial de la familia, qué futuro nos espera, existe la vida más allá de la vida?, etc., al no encontrar respuestas válidas se las deja en un rinconcito del subconsciente a la espera de mejores tiempos.
Sin embargo, cada noche vuelven a aparecer, cada vez que hay silencio a nuestro alrededor, las preguntas vuelven a buscar sus compañeras inseparables: las respuestas. Preguntas y respuestas van de la mano, como los pulmones y el aire. ¿Por qué tenemos pulmones? Porque hay aire y necesitamos respirar aire. ¿Por qué hay preguntas en nuestro interior? Porque hay respuestas. La compañera de la pregunta no es la duda ni la angustia, éstas son consecuencia de enterrar las preguntas, surgen del secuestro de las preguntas fundamentales. Como todo extremo lleva inexorablemente a su contrario, al agotarse la experiencia del sin sentido, volvemos a buscar un sentido a nuestra relación con la naturaleza y el universo. Y volvemos la mirada hacia atrás para encontrar respuestas, porque volvemos a preguntarnos, ¿quién soy, de dónde vengo, hacia dónde voy? Respuestas que encontramos en los viejos libros de filosofía oriental y occidental. En las universidades se dice que la Filosofía nació en Grecia, pero eso es como decir que las rosas nacieron en Francia. La filosofía nació con el primer hombre que se preguntó: ¿quién soy yo? Todos los pueblos de todos los continentes y de todos los tiempos han hecho filosofía.
A veces se ha pensado que la filosofía no es práctica e, incluso, se ha prescindido de ella en la educación de los jóvenes.
Para muchos la filosofía es un quehacer tedioso, asignatura obligada de los planes de estudios, enredos argumentales con términos incomprensibles y obtusos. En algún momento de la historia de la cultura, la filosofía se alejó de la vida y se recluyó en ámbitos académicos, ensimismada y casi encerrada en sus planteamientos teóricos, cuando no en callejones sin salida. ¿Qué importancia tiene la filosofía? La misma que las ventas en los mercados.
Sócrates decía que aquel que necesita cebollas sabe que tiene que ir al mercado porque allí va a poder comprar cebollas. Que el que necesita zapatos, sabe que tiene que ir al mercado porque allí va a encontrar zapatos. Y aquel que tiene preguntas y quiere conocer sobre las cosas verdaderamente importantes de la vida, ¿a qué va acudir? A la filosofía, donde podemos encontrar respuestas a las preguntas del por qué el dolor, por qué la muerte, por qué envejecemos, por qué nos pasan las cosas que nos pasan, por qué se pasa del dolor a la alegría y de la alegría al sufrimiento, qué es lo que nos conduce como un viento de lo uno a lo otro, por qué tenemos temores y por qué dudamos? Si es importante responderse a estas preguntas, la filosofía es muy útil y práctica. En los últimos tiempos y gracias a los esfuerzos de relevantes pensadores y también a la voluntad de quienes tienen el convencimiento de que filosofar es tarea propia de todo ser humano y no exclusiva de algunos pocos intelectuales, se está produciendo el regreso de la filosofía a la vida cotidiana y demostrando la eficacia del viejo método que consagrara Sócrates y tantos continuaron.
Algunos han llegado a decir gráficamente que Platón proporciona más serenidad que los tranquilizantes químicos. Cuando buscamos el sentido de la vida, cuando nos preguntamos por lo que se esconde detrás de las apariencias, cuando necesitamos conocernos a nosotros mismos y las causas de lo que nos sucede, estamos filosofando, es probable que sea la más noble ocupación, la más humana y por tanto, la que más felicidad pueda aportarnos.
De ahí nuestro entusiasmo y la invitación que hacemos a cuantos quieran sumarse a ella. La libertad es el premio. La tecnología ha permitido que el hombre pueda llegar a la Luna, pero ahora le toca a la filosofía permitirnos llegar al ser humano.
Elmer Saldaña C.
"FUNDACIÓN POR UNA NUEVA CONCIENCIA"

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